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Todos hemos tenido problemas, o miedo a la oscuridad en algún momento de nuestra vida, ya sea que seamos niños o adultos. Esta es una fobia de la que no se escapa fácilmente, ni aun estando muerto.
Me cuenta mi amiga Lucy Mtz que en Guadalajara, México, se conoce la historia de Ignacio, un niño que tenía un extraño problema desde que nació. Su fobia era el miedo a la oscuridad y a los lugares cerrados.
Al parecer, era tan grande su miedo que sus papás tenían que dejar la luz prendía y abiertas las ventanas durante la noche para que pudiera dormir.
Desafortunadamente, después de cumplir un año Ignacio murió. Su cadáver fue sepultado en el Panteón de Belén.
Pasado el entierro, al día siguiente, los encargados del Panteón de sorprendieron que la tumba estaba abierta y colocaron la lápida en su lugar. Este hecho sucedió por diez días seguidos.
Los papás comentaron a los vigilantes del cementerio la fobia que tenía su hijo. Al parecer todavía tenía miedo después de la muerte. Por lo tanto, decidieron poner en alto la tumba del niño para que no estuviera debajo de la tierra.
¿Leyenda urbana? ¿Cuento para asustar en las reuniones? Tal vez sí y tal vez no, lo cierto es que la tumba existe y quienes estén en el Panteón Belén pueden ir y verla, yo solo comento lo que mi amiga me relató sobre las tumbas con historia en ese cementerio.
Francisco Lizarazo
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