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El Puente del Diablo (Puente Grande)

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Del Diablo se han dicho muchas cosas, que más sabe por viejo que por ser quien es o que si se hace tratos con él se debe ser específico en lo que se negocia. También se dice que el Diablo viste de Prada

Las leyendas sirven no solo para asustar, también son un vehículo para enseñar y con ese motivo traigo a colación una leyenda que escuché en Guadalajara de parte de mi amiga Lucy MTZ y aunque desconozco si es real, o un producto de las mentes supersticiosas, es una manera de aclarar que siempre existirá alguien más sabio y más «despierto» a la hora de negociar.


Los hombres que se dedicaban a la construcción se llamaban alarifes. Un alarife recibió el contrato para construir un puente en la carretera a Zapotlanejo y se comprometió a entregarlo en fecha determinada. Cuando a la gente le va bien provoca sin querer envidia y nuestro alarife no era excepción.

Algunos envidiosos boicotearon su trabajo de muy diferentes maneras: retraso en la entrega de materiales, accidentes, ausentismo de los trabajadores….Así llegó la víspera de la entrega del puente y no estaba terminado. El constructor estaba desesperado, pues no sólo perdería dinero, sino prestigio.


Tan desesperado estaba que dijo que no le importaría vender su alma al diablo con tal de terminar su labor. El demonio que siempre está deseoso de llevar almas a su reino, apareció inmediatamente para celebrar un contrato con el alarife. Éste, que no era joven, tenía suficiente malicia a causa de su experiencia en contratos y habiéndolo pensado muy bien, redactó y firmó un contrato que si terminaba el puente según los planos, le entregaría su alma.

El diablo estaba tan emocionado que aceptó y firmó el contrato escrito en un papel que quedó medio chamuscado y con olor a azufre. Lucifer llamó un titipuchal de chamucos, les ordenó terminarlo y antes del amanecer habían acabado el famoso puente.

Apenas amaneció, llegaron los envidiosos que le habían boicoteado para reírse del fracaso que suponían acabaría con su prestigio, pero quedaron mudos de asombro al ver aquel camino de piedra posado en varios arcos y columnas que parecía que sin esfuerzo unía ambos bordes del barranco.

Más tarde llegaron los que habían encargado el trabajo al alarife y muy complacidos pagaron lo acordado.


En cuanto anocheció, llegó el diablo a cobrar lo pactado, pero el alarife le dijo que no estaba obligado, pues el contrato no se había cumplido. Furioso, Satán sacó el papel chamuscado y oloroso a azufre con las firmas de ambos, pero el alarife mostró los renglones que especificaban que el puente debería ser terminado conforme a los planos. Los planos tenían en el centro una capilla dedicada al arcángel San Miguel y como éste era su más grande enemigo, se negó a dejar un lugar para rendirle culto, pensando que nadie se daría cuenta que faltaba la capilla. Por lo tanto, el astuto alarife se quedó con fama, dinero y el alma libre de tratos con el diablo.

Pero como dije, esta es una leyenda que me contó una amiga, tal vez es un poco «light» ya que existe otra versión, que encontré gracias el Sr. Google que habla de la «picardía» humana y la venganza del Diablo.


En esta versión, el protagonista es hombre muy enamorado de una mujer que vivía del otro lado del puente (del lado de zapotlanejo) y todos los días cruzaba el rió en canoa para poder verla, hasta que un día el rió creció y arrecio tanto que era imposible cruzarlo.

Así este hombre en su desesperación grito que le vendería su alma al diablo con tal de poder verla de nuevo y a si el mismo diablo se le presento aceptando su oferta con la condición de que el diablo terminaría el puente en una noche antes de que cantara el primer gallo así el podría ir con su mujer y después entregar su alma.


Pero el Diablo no contaba con que el joven lo estaba vigilando y ya para amanecer faltando para colocar la última piedra el joven la robo para evitar así que el diablo completara su labor, al darse cuenta de la treta que le tramo el joven, el diablo maldijo el puente advirtiendo que siempre ocurrirían muertes alrededor de él y que jamás seria completado.

Ya sea que los humanos seamos más «rápidos» de mente que el ángel caído o que sea al revés, lo cierto que siempre encontraremos una manera de justificar aquello que no conocemos, siempre dándole un sentido sobrenatural o de una Visión Particular de la vida.

Francisco Lizarazo

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