En la filosofía budista Zen, el koan es una enseñanza que se lleva a cabo por medio del planteamiento de un
problema que el maestro otorga al alumno para comprobar sus progresos. A veces, el koan se resuelve en unos segundos y en otros casos, se puede tardar toda la vida.
En el Zen, el aprendizaje no tiene límite de tiempo, de hecho toda la vida se aprende.
La idea es que este trabajo mental le ofrezca al alumno la posibilidad de conocerse a sí mismo a través de la solución e incluso de los errores que cometa para conocer la verdad. La forma de los koan se presentan en acertijos, cuentos, reflexiones, preguntas absurdas y banales que requieren de movimiento, demostración o representación para encontrar la solución, obedeciendo a que la premisa: “no se piensa, se hace” y de esta manera se aumenta la creatividad, la intuición y la conciencia desligándose del pensamiento racional.
Muchos escritores, actores, performers, clowns, dramaturgos y creativos emplean el koan como una forma de acceder a su propia creatividad y la intuición conectand
o así con el público. Por ejemplo, Alejandro Jodorowsky ha realizado infinidad de cuentos, historietas, chistes sagrados en sus conferencias reafirmando que recibió esta enseñanza de Ejo Takata, su Maestro Zen, en Cuernavaca, México.
Para resolver un koan necesitas pensar de una manera distinta. Es decir, dejar la lógica argumentativa para darle rienda suelta a la práctica. No importando las veces que te equivoques ya que el error también es parte del aprendizaje. Esto no significa que no tenga solución, pero por esta razón tienes que utilizar mucho la intuición, la iluminación repentina, la improvisación y los sentimientos incluso.
Aquí te dejaremos algunos koan conocidos:
Koan de acción: La vela
¿Cómo se apaga una vela que se encuentra a mil kilómetros de distancia?
*** La respuesta para este acertijo se encuentra en el movimiento. Es decir, uno puede colocar su mano arriba de la cabeza y hacer el sonido que produce una vela cuando se apaga. (tssss)
Reflexión: De esta forma la acción es más fuerte que la palabra y da a entender que uno es la vela, la luz y solo uno mismo tiene el poder de apagarla o bien, de tener una mano universal que puede apagarla en cualquier lugar.
La liberación
Maestro, ayúdame a encontrar la liberación.
– ¿Y quién te tiene prisionero?
– Nadie
– ¿Por qué buscas la liberación entonces?
Reflexión: Cuando uno cree buscar algo que no necesita.
El camino verdadero
Maestro, ¿qué haces tú para estar en el camino verdadero?
– Cuando tengo hambre, como; cuando tengo sueño, duermo.
– Pero esas cosas las hace todo el mundo- Dice el alumno.
– No es cierto. Cuando los demás comen piensan en mil cosas a la vez. Cuando duermen, sueñan con mil cosas a la vez. Por eso yo me diferencio de los demás y estoy en el camino verdadero.
Reflexión: La crítica a la mente llena. Se intenta que la mente esté siempre vacía.
La Mente Vacía
– Maestro, ya no tengo nada en mi mente, ¿qué debo hacer?
– Tíralo fuera.
– Pero si ya no tengo nada en la mente.
– ¡Tíralo fuera!
Reflexión: El alumno tiene en la mente el logro por eso su mente no está vacía.
Koan en cuento: El hombre más necio
El hombre más necio del mundo se mostraba envidioso del maestro sabio. Un día decidió ponerlo a prueba. Tomó un pajarito y fue a buscar al sabio que se encontraba meditando profundamente. Cuando el Maestro lo vio entrar, ni siquiera abrió los ojos. El Necio retándolo le dijo: «Maestro ¿Puede adivinar en qué mano tengo el pájaro y si está vivo o muerto?». El hombre necio había planeado con alevosía la alternativa para cualquier respuesta, ya que si le decía que en la mano derecha y vivo entonces, el necio apretaría al pájaro hasta ahogarlo para hacer quedar mal al maestro. De igual forma, si le decía, que en la mano izquierda y muerto entonces, solo con abrir la palma de la mano, el pájaro se echaría el vuelo.
Lo único que realmente deseaba el necio era ganarle por una sola ocasión al sabio y con eso se sentiría satisfecho por el resto de sus días.
Cuando el necio llegó con su planteamiento ante el Maestro, éste no dijo nada. El hombre necio desesperándose por no ser atendido, comenzó a dar gritos intentando llamar la atención. Pasaron horas y el Maestro seguía meditando. Con una sonrisa el Sabio dijo: “¿Por qué te empeñas en interrumpirme? ¡La respuesta está en tus manos!”
La naturaleza de la verdad
– Maestro, ayúdame a encontrar la verdad.
– ¿Percibes la fragancia de las flores?
– Sí
– Entonces no tengo nada que enseñarte.
Koan en cuento: SI AMAS, AMA ABIERTAMENTE
Veinte monjes y una monja, de nombre Eshun, practicaban la meditación con cierto maestro zen. Eschun era muy bella, aun de llevar la cabeza afeitada y vestía las burdas ropas del monacato. Varios monjes estaban en secreto enamorados de ella.
Uno de ellos le escribió un día una carta en la que le declaraba su amor, insistiendo en que concertase con él una entrevista en privado. Eshun no contestó. Al día siguiente, el maestro daba una conferencia al grupo. Al acabar la disertación, Eshun se levantó y señalando con el dedo al autor de la misiva, dijo: «Si en verdad me amas tanto, ven aquí y abrázame ahora».
Reflexión: El amor oculto es una ofensa, no una galantería.
Matar al Buda
Cuando el discípulo llegó ante el maestro, éste le preguntó.
– ¿Vienes de muy lejos?
– Sí. Vengo para aprender de ti. ¿Qué norma de vida me entregas para que la cumpla?
– Sólo una: si yendo por el camino tropiezas con el Buda, mátalo.
Reflexión: Se pretende no tener apegos, ni a la misma iluminación, ni a nada, ni a nadie.
La esencia del Zen huye de todo artificio. Busca la vida natural, la plena consciencia, el vivir cada día y centrarse en el presente libre de juicios, prejuicios, dogmas e ideas preestablecidas. “Vaciar la mente” es una de las finalidades de la iluminación en el Zen, tomando en cuenta que la mente siempre está en actividad y la causa de las enfermedades del alma, cuerpo y mente son los apegos. Por lo tanto, se pretende que el estudiante aprenda a vaciar su mente hasta la NADA o hasta el TODO.
“TODO Y NADA son lo mismo”
La reflexión por medio del Koan pretende vaciar la mente y permitir que la respuesta sane la infinidad de preguntas que la mente siempre tiene, genera o pretexta.
Bibliografía:
Carne de Zen, Huesos de Zen, EDAF, Madrid, 2000.
Tan Castillo
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