Somos gemelitos siameses,
somos un siamés hecho dos veces.
Por aquí nos acabamos de mudar,
si nos gusta, aquí nos vamos a quedar.
¿Ves aquello, pescadito, vuelta dar?
Nos bajamos pronto y vamos a pescar.
Con mucho cuidado vente por aquí
y habrá almuerzo para ti y también para mí.
¿Has oído llorar niño? Es por allá.
Donde hay niños leche casi siempre hay.
Si encontramos un botella puede haber
lechita para ti y para mí también.
Canción de las gatas Si y Am en la Dama y el Vagabundo
Cuenta la leyenda que los gatos siameses eran muy difíciles de obtener y eran sólo regalados como un favor especial del Rey de Siam, reino ahora conocido como Tailandia. Se cree que el primer gato siamés que apareció en Inglaterra fue un obsequio del Rey de Siam a un embajador británico y fue mostrado en el Palacio de Cristal en 1871. Entre 1884 y el comienzos del siglo XX, varios gatos siameses se importaron a Argentina.
El color es la característica prominente y distintiva de esta raza, lo mismo que su color de ojos. El siamés es definido como largo. Desde el comienzo, el estándar de la raza ha subrayado el largo, la cuña la forma de la cabeza y líneas alargadas de cuerpo. El cuerpo muscular y tubular es sostenido por piernas largas y agraciado por un cuello y cola similares.
Los compradores los buscan con el pelaje lo más corto posible y pegado al cuerpo de manera de acentuar perfectamente las largas líneas siamesas.
El gato siamés duerme más de 16 horas diarias y se despabila a la primera hora de la mañana y al atardecer; otra de las características positivas de esta raza es que no abandona su hogar, solamente lo harán si se sienten en peligro.
Entre los mitos que rodean a esta raza misteriosa y fascinante se cuenta que quien posea una pareja de gatos siameses tendrá asegurada su felicidad y fortuna.
Textos: http://www.diariopopular.com.ar
Fotos: Francisco Lizarazo
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